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Patio y jardín de ‘Le Musée de la Vie romantique’ en París

Un portal abierto sobre un patio pavimentado. Al final del callejón, una casa de artista transformada en museo. A la derecha, un magnífico jardín plantado con árboles donde se aloja el salón de té de Le Musée de la Vie romantique (Museo de la Vida romántica). Un lugar que forma parte de la historia del arte y la literatura. Un rincón tranquilo y romántico en la ciudad de París.
Cuando piensas que ya está todo dicho sobre lugares para visitar en París, descubres que todavía quedan muchos rincones por descubrir. Le Musée de la Vie romantique (Museo de la Vida Romántica) tiene muchos motivos por el debería gustarnos dedicarle una visita, pero quería detenerme especialmente en su salón de té y el jardín.



Antes de visitar el jardín, es preciso conocer algo del origen de este museo, situado en el barrio romántico de la “Nueva Atenas”, considerado como la sede de la élite del movimiento romántico parisino del siglo XIX. El museo se ha creado en lo que fue la casa del pintor holandés Ary Scheffer, construida en 1830. Hoy en día, el patio, los jardines y los dos talleres del artista mantienen su encanto.
El museo alberga colecciones permanentes que representan ese periodo del romanticismo parisino, con obras del pintor y de sus contemporáneos.
En esa consagración a la vida romántica, este museo parisino reconstruye en el primer piso el universo de la novelista George Sand, seudónimo de Amandine Aurore Lucie Dupin, baronesa de Dudevant, nacida en París en 1804 y fallecida en Nohant en 1876.
Hay que tener en cuenta que en el taller y jardín del pintor Ary Cheffer se reunían artistas románticos como Liszt, Chopin, Delacroix, Gustave Morau y George Sand entre otros. Allí conversaban y reforzaban sus convicciones sobre el arte como única religión y el amor como principio único y suficiente de la vida privada. Su ambición era poder crear una nueva Atenas.
En ese jardín elevado y el patio adoquinadonos vamos a quedar un momento, porque resulta más que tentador hacer una alto en el camino cuando se visita una ciudad tan intensa como Paris.
Primero el museo, pero después nos espera el invernadero, que se ha transformado en cafetería, y el jardín en salón de té. Llega ese momento de relax, al que se le puede unir el placer de degustar alguna exquisitez. Allí nos espera un rincón, donde las sillas y mesas de hierro forjado nos permiten acomodarnos a la sombra de los mismos árboles centenarios que inspiraron a Delacroix, Chopin, Liszt o George Sand, lo que prolonga la magia del lugar, especialmente después de la visita al museo.
Campánulas despidiendo el invierno; o geranios, clemátides y rosales coloreando la primavera y el verano, serán algunas de las plantas que nos acompañarán en su correspondiente estación. Si el día no acompaña, el invernadero servirá de refugio y desde su interior podremos seguir disfrutando de las vistas al jardín. Si os parece, nos quedamos un rato aquí. Ya veremos qué hacemos después.

Fotos  Le Musée de la Vieromantique

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