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Pelargonium graveolens Nutmeg

Si hay una planta resistente en este jardín es este geranio. Lleva años, creo que más de ocho, aguantando estoicamente todas las inclemencias, frío polar y calor, agua y sequía . No ha sufrido absolutamente ninguna enfermedad.  Está envejecido, por la edad y por el aburrimiento, y con esto último quiero decir que, si no luce más es porque no lo he cuidado todo lo que se merece, para lo poco que pide y lo mucho que da.

Cuando nos lo regalaron venía en una maceta de 2 litros. En aquella época no se podía plantar prácticamente nada nuevo en el jardín, porque los tres perros eran demasiado jóvenes y juguetones. Si lo hacías, se quedaban tumbados cerca, miraban de vez en cuando, muy disimuladamente, y tú sabías que algo tramaban. Lógicamente, lo descubrías a la mañana siguiente, cuando te recibían con el hocico manchado de tierra, eso sí, moviendo el rabo. No había tela de gallinero que resistiera sus embestidas.
De modo que lo fui trasplantando gradualmente, hasta que le llegó el turno del macetón de 50 litros, hace unos cinco años. Ahí está todavía. En solo dos ocasiones he renovado parte del sustrato, después de cortarle el cepellón por la mitad y podarlo. Este año tocaba,  pero no lo hice. Tendré que hacerlo a finales de enero y espero seguir disfrutando de la fragancia (parecida a la del eucaliptus) que desprenden sus hojas al rozarlas.  Es el pelargonium graveolens ‘Nutmeg’, o lo que es lo mismo,  pelargonium fragans,  con flores muy pequeñas pero que se mantienen prácticamente durante todo el año.

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