Un paseo por cualquier jardín botánico está siempre lleno de sorpresas. Puedes volver una y otra vez porque,  como solemos decir,  ‘parece igual, pero no es lo mismo’. Puedes descubrir las flores que ya han despertado o plantas exóticas que prosperan; árboles a los que se ayuda a soportar el peso, trepadoras que han vuelto a trepar y bambú asomando entre su envoltorio natural.



Puedes verlo con los mismos ojos pero con diferente perspectiva, entonces todo cambia y te vuelve a emocionar. Es algo así como la creatividad, que hace que aquello que en principio parece similar, se presente como algo original y difícil de imitar.


El otro día di un largo paseo y quería mostraros las imágenes que hice en la zona de las plantas acuáticas. Junto a la Palma cana (Sabal domingensis Becc.) y a un pequeño bosque de Phyllostachys nigra (Lodd.) Munro originaria de la China, encontramos la zona de acuáticas del Jardí Botànic de la Universitat de València.  




En el estanque, mientras haces fotos se oyen los comentarios de los padres desesperados porque no consiguen que sus hijos estén quietos y posen  para inmortalizar esa visita: ‘nada, no hay manera’ comenta el padre ‘cuando dice que no, es que no’.  Y es que quieren ver plantas en el agua, flotando o sumergidas, enraizadas o no al fondo. Son papiros, lotus, nenúfares  y plantas que no ven habitualmente en los parques o jardines.
Estas son imágenes de una parte de la visita que realicé este domingo. Como siempre, un lugar perfecto para pasear si el sol empieza a calentar con todo el rigor del mes de Junio. Cualquier rincón de este fabuloso pulmón de Valencia se convierte en un buen refugio en el sentido más amplio de la palabra.  

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