La flora silvestre es el talón
de Aquiles de los jardines con claro estilo naturalista. Una auténtica
tentación. Sin embargo, no todas las especies que seleccionamos para un jardín
que intenta imitar el aspecto aleatorio de plantas y flores en su hábitat,
tiene por qué estar compuesto por plantas silvestres que recogemos del campo.
Dejarlas crecer en el jardín,
mejor que introducirlas
No me gusta demasiado animar a
la gente a introducir especies silvestres en su jardín. La palabra “introducir”
en sí lo dice todo. La cuestión no es tanto introducir especies silvestres,
como dejarlas crecer en nuestra parcela, esa que le “robamos” a la naturaleza
en su día y que ahora transformamos a nuestro antojo.
Es obvio que, si estoy
haciendo esta observación en cuanto a la opción de “introducir” especies
silvestres, no es porque no me gusten las plantas silvestres en el jardín,
claro que me gustan. La razón es que se trata de un tema un tanto delicado. No
quiero imaginarme a esas personas que hoy llaman mala hierba a algunas silvestres
que brotan por cada rincón de su jardín, para luego acabar deseando las que
tiene el amigo; y si para conseguirlas hay que ir al campo a arrancarla, allá que se va,
sin acordarse de “leer el manual de instrucciones” que ha editado su
correspondiente Administración o utilizar el más mínimo sentido común.
Tu silvestre no
es mi silvestre
Si hablamos de cultivo en el jardín y alentamos en nuestras publicaciones
(blogs, prensa escrita o redes sociales) a buscar e introducir especies silvestres,
estaremos contribuyendo a que personas desaprensivas comiencen su
“exploración”, sin criterio ni respeto a la normativa de cada país en materia de Medio Ambiente. Porque no
olvidemos que nuestras publicaciones se leen más allá del país desde donde escribimos (es la grandeza de Internet) y cada Administración se rige por unas
normas diferentes, del mismo modo que cada país tiene un listado de
vulnerabilidades distinta. Tu silvestre no es mi silvestre.
Silvestres que
crecen en tu jardín
Pues sí, ya lo he dicho. No
hay más que dejarlas crecer en tu jardín y a partir de ahí, reproducirlas. Esa será la mejor
garantía, puesto que, si ha nacido en tu terreno, significa que ese es su
sitio. Las posibilidades de éxito están casi aseguradas, del mismo modo que estas apoyando la biodiversidad de tu zona.
¿Y si no crecen silvestres en mi jardín?
En realidad, silvestres
siempre aparecen, incluso entre el asfalto, lo que sucede es que no siempre son las que nos gustan o
encajan en nuestro esquema. Si ese es el caso, primero tienes que observar tu
entorno. Mirar qué plantas crecen, en qué suelo lo hacen, cuando florecen, etc.
Aprender de la naturaleza primero, para saber qué especies se adaptan mejor a las características de tu jardín.
Una vez que tienes claro que desearías
tener alguna de esas plantas que suelen llamar la atención en tus paseos, pero que no crecen de forma espontánea en tu jardín, el siguiente paso puede ser ponerse
en manos de los expertos, para que te proporcionen el material
vegetal con todas las garantías medioambientales.
Plantas
silvestres con todas las garantías
En España, por ejemplo,
existen empresas que se dedican a recolectar y comercializar semillas de
plantas silvestres, con todas las garantías en cuanto a la obtención de los
diferentes y preceptivos permisos de recolección ante las diferentes
administraciones y organismos competentes en la materia.
Se encargan de realizar la
selección adecuada de especies en montes y pastos, de titularidad pública o
privada. Una vez identificadas y seleccionadas las poblaciones y especies a
recolectar, solicitan los permisos. En otro artículo de este apartado hablaré
de esta cuestión.
Repito, es muy aconsejable que
este aspecto se valore siempre desde la perspectiva del país donde se encuentra
cada jardín.
¿Qué otras
plantas, que no sean silvestres, puedo introducir en mi jardín naturalista?
Son numerosas y en esta
selección lo que prima son aquellas especies que pueden funcionar bien en tu
zona; que sus requerimientos sean mínimos, funcionando como lo haría en su
hábitat sin apenas intervención.
Una vez que tenemos claro que la especie elegida va a cumplir con aquellos requisitos que se espera de un jardín de estilo
naturalista, la selección solo depende de tu criterio, tus gustos, tus
necesidades y tu presupuesto, porque existe una amplia gama de cultivares
obtenidos a partir de flora silvestre de zonas climáticas similares a la de tu entorno, que poco tienen que envidiar a sus progenitores.
En tal caso, tienes disponibles semillas, bulbos o plantel. Si nuestro jardín se sitúa en la región mediterránea, por ejemplo, una buena muestra de lo que hoy os expongo la podemos encontrar en el vivero de Olivier Filippi que he mencionado en numerosas ocasiones.
En tal caso, tienes disponibles semillas, bulbos o plantel. Si nuestro jardín se sitúa en la región mediterránea, por ejemplo, una buena muestra de lo que hoy os expongo la podemos encontrar en el vivero de Olivier Filippi que he mencionado en numerosas ocasiones.
Lo prioritario siempre
es respetar el medio ambiente
Y hasta aquí puedo leer. Que
todo el mundo se anime a crear jardines de estilo naturalista. Que no lo
convirtamos en una moda pasajera, sino que lo practiquemos porque entendemos
que el planeta necesita de forma urgente un cambio en nuestro comportamiento y
el primer paso es actuar con cautela y siempre pensando en que lo prioritario
es respetar el medio ambiente. Las plantas en la naturaleza son sagradas, ojo
con la forma en que nos comportamos con ellas.
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