Es casi tan aficionada a los
insectos como a las plantas y proclama, desde la década de los noventa, que los
jardineros tienen la responsabilidad de mantener el ecosistema.
Ese tipo de actitud y su empeño en la necesidad de practicar la jardinería orgánica, le hizo parecer algo ridícula en su momento. Pero no se trataba de una pose y por tal motivo fue perseverante. El tiempo le ha dado la razón y hoy nadie pone en duda esa necesidad de enfocar la jardinería desde una perspectiva respetuosa con el medio ambiente.
Hablo de la británica Val Bourne,
jardinera que, además de practicar la horticultura orgánica desde hace 60 años,
lleva décadas escribiendo para publicaciones y diversas entidades británicas,
como The Daily Telegraph, Saga Magazine, Crocus, Hartley Botanic, Garden
Answers, The Hardy Plant Society Journal, Gardens Illustrated y entre otras.
Precisamente en Gardens Illustrated supe de ella en 2014, cuando hablaba de
algunas selecciones de Auriculas de flor doble y, en otro artículo, sobre las
pequeñas y bellísimas flores de Anemona hepática. Además, ha publicado numerosos
libros de jardinería (el último saldrá a la venta en marzo de 2017), algunos recogen
los textos de la columna que escribía en The Telegraph; e imparte cursos, charlas y conferencias.
Una jardinera
natural
Más arriba he comentado que su
jardinería natural no es una pose y, con ello, quería decir que es la única
práctica que conoce y que aprendió de su abuela paterna, Lucy, que a su vez
aprendió de su madre.
En un artículo publicado en The Telegraph en 2011 hablaban de la trayectoria de Val bourne y allí se mencionaba que su abuela había nacido en 1881. Y muchos pensaréis, y eso ¿qué importancia tiene? Pues toda, porque, como es de suponer, en aquella época su abuela solo practicaba métodos naturales para que su jardín prosperara. Todo tenía una lógica y ésta era bastante simple: no quería gastar dinero en productos innecesarios y prefería invertirlo en comprar plantas. Poco sabía ella, como no lo sabía nadie en aquella época, lo que significaba la horticultura orgánica; como tampoco sabía que, unos años después, ese gesto sería más que necesario para reducir el impacto ambiental, es decir, el efecto que produce la actividad humana sobre el medio ambiente a diario.
En un artículo publicado en The Telegraph en 2011 hablaban de la trayectoria de Val bourne y allí se mencionaba que su abuela había nacido en 1881. Y muchos pensaréis, y eso ¿qué importancia tiene? Pues toda, porque, como es de suponer, en aquella época su abuela solo practicaba métodos naturales para que su jardín prosperara. Todo tenía una lógica y ésta era bastante simple: no quería gastar dinero en productos innecesarios y prefería invertirlo en comprar plantas. Poco sabía ella, como no lo sabía nadie en aquella época, lo que significaba la horticultura orgánica; como tampoco sabía que, unos años después, ese gesto sería más que necesario para reducir el impacto ambiental, es decir, el efecto que produce la actividad humana sobre el medio ambiente a diario.
La cuestión es que su nieta, Val Bourne, recogió el testigo y lo hizo desde pequeña, porque su abuela la
llevaba al jardín todas las mañanas, muy temprano. No era para enseñarle
jardinería, sino para que no molestara a los mayores. Pero el motivo es lo de
menos, lo más relevante es que Val Bourne se fue formando. Las plantas y su
entorno entraban por los poros de su piel, hasta el punto de reconocer que hoy
en día fantasea con las plantas. Su primer recuerdo es ver un abejorro recoger
el polen y el néctar de una aquilegia.
Spring Cottage • Su jardín orgánico en los Cotswolds
Hace doce años ella y su
marido dejaron el su casa y jardín en Hook Norton, Oxfordshire, y se
trasladaron a vivir a la región del centro de sur de Inglaterra conocida como los Cotswolds, concretamente a Cold Aston en
Gloucestershire. Allí habían comprado Spring Cottage, una casa cuyo jardín
consistía en una parcela de algo más de 4.000 m2 llenos de maleza y sin una
sola planta ornamental. Y, confiesa, aún peor, en la caseta había un montón de
productos químicos caducados. Era como si el destino quisiera retarla, pero eso
no le asustó.
Comenzó ese jardín instalando sus más preciadas posesiones: 160 variedades de Galanthus (campanillas de invierno o snowdrops como se conocen en su país) y 200 Helleborus que había reunido durante más de 30 años.
Comenzó ese jardín instalando sus más preciadas posesiones: 160 variedades de Galanthus (campanillas de invierno o snowdrops como se conocen en su país) y 200 Helleborus que había reunido durante más de 30 años.
Un jardín muy
comestible
Parece ser que el progreso de
ese jardín fue lento, pero finalmente lograron lo que deseaban, un jardín donde
no faltan verduras, hortalizas y flores, comestibles y ornamentales, que
prosperan sin necesidad de ningún producto químico.
Fauna silvestre
en el jardín
No tienen colmenas, tiene abejas
y abejorros solitarios silvestres, porque opina que su hábito de zumbar dentro
de las flores las convierte en mejores polinizadores.
Conoce bien cuáles son sus
aliados en el jardín. Deja, por ejemplo, que sean los pinzones (Fringilla
coelebs) quienes se encarguen de acabar con la mosca de las grosellas; o que
las avispas se coman la oruga blanca de la col. Sí, es tan aficionada a la
fauna silvestre, y muy especialmente a los insectos, como lo es a las plantas
en el jardín.
Lógicamente, lamenta que desde
1995 hayan disminuido los insectos, un retroceso al que se unen
estorninos y gorriones porque no hay suficiente alimento para ellos. Los erizos
en algunas zonas también peligran y la lista continúa. Un equilibrio cada vez
más quebrado.
Confiesa que abundan los
desastres en su jardín, pero no porque no se utilicen productos químicos, sino
por el cambio climático, que trae temperaturas frías cuando no corresponde o
calor exagerado cuando las plantas no lo esperan ni se desean.
En fin, que uno puede pensar
que con técnicas de jardinería natural enfrentadas a un entorno cada vez más
hostil, tal vez no logre un jardín hermoso, pero eso no es así. Con trabajo, y
admitiendo algún desastre, el jardín suele poner su mejor cara y luce como
podemos ver en estas imágenes.
FOTOS| VAL BOURNE