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Hay jardines que, a pesar de
su extraordinaria belleza y encanto, parecen no tener vida si no recreamos a
quienes lo han construido, mimado, conservado y disfrutado. Este es un jardín de esos.
El jardín en Charleston tiene mucho que contarnos, de plantas y de
encuentros, de flores y de personas, de arte y de literatura.
En 1905, un grupo de escritores, artistas e intelectuales comenzó a reunirse en la casa londinense de la artista Vanessa Bell y su hermana, la escritora Virginia Woolf . Allí compartieron ideas, apoyaron las actividades creativas de los demás y formaron amistades cercanas. El grupo se hizo conocido como Bloomsbury Group y sus reuniones continuaron durante los siguientes treinta años.
El grupo de
Bloomsbury
Bloomsbury hace referencia al nombre del barrio londinense que rodea al Museo Británico y donde habitaba la mayor parte de los integrantes de este grupo. Aparentemente, era un grupo heterogéneo, pero todos eran miembros de una élite
intelectual ilustrada, de ideología liberal y humanista, y en su mayoría se
habían educado con los mismos profesores en el Trinity College o en el Kings
College de Cambridge. Provenían de entornos ricos, lo que les había dado ventajas sociales, pero estaban vinculados por ese espíritu de rebelión contra la moral victoriana de la época. Querían libertad para desarrollar sus propias ideas y estilos de vida. Eran políticamente liberales. También tenían ideas liberales sobre el sexo.
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Fotografía de la familia y los amigos de Vanessa Bell en el jardín amurallado de su casa, Charleston Farmhouse, en Firle, Sussex. © Tate |
Se han incluido y excluido nombres
a ese grupo, pero, lo que sí parece claro es que, entre todos los miembros,
existen diez artistas e intelectuales que
dieron sentido al grupo de Bloomsbury:
Virginia Woolf, escritora
de ficción y ensayista
Vanessa Bell, pintora
post-impresionista y hermana de la escritora Virginia Woolf.
Clive Bell, crítico de
arte y marido de Vanessa Bell
E. M. Forster, escritor
de ficción
Roger Fry, crítico de
arte y pintor post-impresionista
Duncan Grant, pintor
post-impresionista
John Maynard Keynes, economista
Desmond MacCarthy, crítico literario
Lytton Strachey, biógrafo
Leonard Woolf, ensayista
y escritor de no ficción, marido de Virginia Woolf
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Charleston | Un jardín de artistas
Buena parte del legado de ese
grupo de artistas e intelectuales se encuentra en la casa y jardín de Charleston, una casa de campo emblemática del círculo de Bloomsbury,
hoy convertida en museo, donde, además de la casa y el jardín artístico, existe
una sala de exposiciones.
La casa se encuentra en el
pueblo de Firle, en el distrito de Lewes, en East Sussex, Inglaterra. Todo
comenzó cuando Vanessa Bell y Duncan Grant buscaban un lugar
tranquilo donde dar rienda suelta a sus inquietudes pictóricas. Vanessa Bell
compró finalmente esa casa por recomendación de Virginia Woolf, que la había
visto cuando daba un paseo.
Al principio solo acudían a la
casa de campo las dos hermanas. Progresivamente lo fueron haciendo el resto de los
miembros y, poco a poco, Charleston se acabó convirtiendo en el punto de
encuentro campestre de los diferentes artistas e intelectuales.
Hoy en día, la casa puede
visitarse y con la entrada también está incluida la visita al jardín, ese
jardín que bebió de la influencia de las mejores “cosechas” de diseñadores de
jardines y jardineros de la época.
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El diseño del
jardín
Sin duda, ese jardín bebió de
la influencia de las mejores “cosechas” de diseñadores de jardines y jardineros
de la época. La Inglaterra de los excesos del periodo victoriano, que también
llegaba a los jardines, produjo una fuerte reacción en contra.
En esa época, William Robinson
publicaba su libro “Wild Garden” en el que defendía que el jardín tenía que
propiciar el desarrollo natural, respetando la forma, el follaje y el modo de
crecer de las plantas. Una informalidad que llevaba consigo el uso de plantas
autóctonas y exóticas mezcladas, bulbos creciendo entre la hierba y un uso
discreto del color.
Esos principios allanaron el
camino de Gertrude Jekyll, la diseñadora de jardines más influyente de
Inglaterra antes de la Segunda Guerra Mundial. Su uso de las borduras y el
color de las flores lograron que ese movimiento naturalista se desarrollara en
un marco más formal y que, con ello, su trabajo ganara popularidad y aceptación. El
cambio ya era un hecho.
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Con esos maestros y sus
propias inquietudes intelectuales, era casi inevitable que el jardín acabara
siendo un espacio mágico.
En 1916, cuando Vanessa Bell y
Duncan Grant se mudaron a Charleston. El jardín amurallado se
dedicó principalmente a verduras y árboles frutales, para obtener el sustento
familiar tan necesario durante la Primera Guerra Mundial.
Después de la Primera Guerra
Mundial, Roger Fry diseño un césped rectangular, la piscina y parterres
cruzados con sendas rectas. Un jardín
decorativo en el que concurren influencias mediterráneas e inglesas.
En los años 20 del siglo XX,
Grant y Bell crearon un entramado de caminos de gravilla alrededor del cual
plantaron plantas de flores seleccionadas por sus colores. Las plantas del
jardín fueron objeto de innumerables bodegones.
Las numerosas esculturas,
urnas, el estanque cubierto de azulejos de cerámica, o la plaza de clara
inspiración italiana (piazza)
-diseñada por Quentin Bell entre 1946 y 1947- para disfrutar del sol del
atardecer, son algunos de elementos que ponen el broche de oro a este jardín de
artistas.
El florecimiento
del jardín
La década de 1950 vio el pleno florecimiento del jardín bajo la
dirección de Vanessa Bell, con la
asistencia de jardineros como el 'joven' Sr.
Stevens y, más tarde, el marido de Grace Higgens, Walter. El jardín
floreció, observó el hijo de Vanessa Bell, Quentin Bell, "como si la decoración exuberante del interior se hubiera
derramado a través de las puertas".
Pero la casa y el jardín
parecían ir decayendo al tiempo que lo hacían sus moradores. Después de la
muerte de Vanessa Bell en 1961, el jardín comenzó a declinar, y en 1978, cuando
Duncan Grant murió a la edad de 93 años, estaba cubierto de maleza y descuidado,
el jardín amurallado en su mayoría cubierto de hierba.
The Charleston Trust, una
organización benéfica formada en 1980, recaudó fondos para restaurar la casa y
en 1986 abrió sus puertas al público.
La restauración
del jardín
No obstante, el jardín tenía
demasiados tesoros guardados, historia y mucha vida. Solo era cuestión de
tiempo que la restauración del jardín se produjera.
Su restauración comenzó en 1984, bajo el plano de Sir Peter
Shepheard, quien investigó extensamente a partir de pinturas, fotografías y
recuerdos de aquellas personas que una vez lo conocieron. El jardinero, Mark Divall trabajó estrechamente con
él y se convirtió en el primer jardinero
de The Charleston Trust.
Parece ser que el jardín ha
vuelto a ser lo que era, que resulta una fiel copia de lo en su momento crearon
y vivieron los miembros del círculo de Bloomsbury y que su magia no se ha
esfumado.
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Las plantas
Algunas de las plantas
favoritas de Vanessa Bell y Duncan Grant están presentes en jardín e incluyen
especies como:
Erysimum cheiri, Tulipa ‘Apeldoorn’, Narcissus poeticus,
Fritillaria meleagris, Lathyrus odoratus, Aconitum napellus, Rosa gallica,
Papaver orientalis, Zinnia, Cynara cardunculus var. Scolymus, Kniphofia, Iris
sibirica, Lilium candidum, Dahlia, Helianthus annuus, Tropaoelum majus,
Nasturtium, Cosmos, Aster y Anemone japónica.
Todos estos datos se pueden
encontrar en el sitio web de
la fundación The Charleston Trust,
donde además se recogen todas las actividades artísticas, exposiciones y
eventos que van teniendo lugar en lo que fue y continúa siendo una casa y un
jardín de artistas.
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