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Fotos ©Hendrik Van Zijl (abril, 2018) |
Nieuwoudtville es un destino
turístico muy popular en Sudáfrica, especialmente durante la temporada de flores silvestres. Estos días, en pleno
otoño austral, ya sorprenden las masas de flores de Brunsvigia bosmaniae,
conocidas popularmente como lirios de marzo, aunque, dicen bromeando, este año
tendrían que llamarse lirios de abril.
Lo importante es que llueva al
final del verano. Cuando es así, después vienen las espectaculares exhibiciones
otoñales de Brunsvigia bosmaniae, con forma de candelabro, cuyas flores cubren
el suelo de color rosa. Dicen que una puesta de sol entre las brunsvigias es
una experiencia para toda la vida, que se hace aún más intensa si hay luna
llena creciente, ya que las flores parecen brillar en el crepúsculo.
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Algo así vimos en las
fotografías de Marcio Cabral, mostrando las El brillo de las "sempre
vivas" del Cerrado en Brasil (ver aquí).
Pero en esta ocasión, no estamos en Brasil, sino que, para disfrutar de este espectáculo floral, nos tenemos que trasladar a Sudáfrica, concretamente a Nieuwoudtville, una ciudad en la Provincia Cabo del Norte. Nos encontramos, pues, en el Karoo suculento, ecorregión que tiene menos de 200 mm de lluvia en
invierno y es incluso más árida en verano. Sin embargo, la región de
Nieuwoudtville está favorecida por la proximidad el río Orange, convirtiéndola
en un oasis dentro de ese desierto.
El Karoo
suculento
Si esas inflorescencias son en
sí extraordinarias, el entorno las hace aún más valiosas y nos lleva a un
paisaje de flores silvestres que no deja indiferente a nadie. El Karoo
suculento es una ecorregión de desierto
con una extensión total de 102.700 kilómetros cuadrados. La mayor parte del
Karoo suculento se encuentra en la meseta central de la Provincia del Cabo en
Sudáfrica, aunque que se extiende por la costa atlántica del sur de África, desde el sur de Namibia hasta Sudáfrica.
Aunque no es notablemente abundante
en especies o endemismos, la flora y la fauna de la región se adaptan de forma
impresionante a sus extremos climáticos. En total, 65 géneros y 1.940 especies de plantas son endémicas de esta
ecorregión, que, además, alberga la
flora más rica del mundo de plantas suculentas, aproximadamente un tercio
de las 10.000 especies conocidas en todo el mundo.
Brunsvigia
bosmaniae
Pero, como comentaba al inicio,
hoy nuestra vista se va a fijar en las flores de Brunsvigia bosmaniae, una especie del género Brunsvigia, formado por
bulbosas perteneciente a la familia Amaryllidaceae,
que comprende aproximadamente 18 especies distribuidas desde Tanzania hasta
Sudáfrica.
Todas las especies de Brunsvigia son perennes estacionales, es decir que transcurren en reposo la
estación climáticamente desfavorable. La estación de crecimiento activo y de la
floración depende de la especie considerada y de su lugar de origen.
En este caso, Brunsvigia busmaniae es una especie de crecimiento invernal que permanecen en
reposo durante el verano. Los bulbos son de 5-10 cm de diámetro, hay 5-6
hojas, presionadas al suelo, que surgen después de la fructificación, una vez que la planta ha perdido sus partes aéreas, y que están ausentes en el momento de la floración. Crece en la región de lluvia invernal
del sur de África, y se encuentra principalmente en planicies abiertas,
arena costera, afloramientos rocosos, en suelos graníticos, franco arenosos y franco
arcillosos, desde Namaqualand y el Karoo occidental, Tygerberg y la meseta
Bokkeveld hasta el Roggeveld.
Floración en
masa
Las flores, entre 20 a 70, son ligeramente
tubulares de color rosa pálido a rosado, con aroma parecido al de los narcisos,
y forman una umbela redonda y densa.
Realmente extraordinaria, si tenemos en cuenta que se trata de una planta que
no suele sobrepasar los 20 cm de altura, es decir, que la cabeza de la flor se
sostiene sobre un tallo bastante corto sobre el suelo, creando un efecto realmente
deslumbrante.

Las flores son polinizadas por las polillas nocturnas
(Noctuidae) y las semillas se desarrollan en cápsulas de
tres ángulos. En invierno, el viento se encarga de la dispersión de las
semillas. Esto sucede cuando la umbela con forma de bola se seca y, al romperse
por el viento en la base del escapo (el tallo de la cabeza floral), el viento
la rueda por el suelo al tiempo que las semillas se desprenden de las cápsulas
y caen al suelo.
Su temporada de floración se da durante el otoño
austral, de marzo a mayo. Cuando las
plantas florecen se da una floración
masiva, un espectáculo bastante raro ya que se tienen que dar una serie de circunstancias
para que suceda. Son factores como lluvias repentinas después de una larga y
severa sequía, veranos cálidos y abrasadores, y noches más frías. Pero la
mayoría de los botánicos concuerdan en que el principal desencadenante de esa
floración masiva de Brunsvigia busmaniae
es un chaparrón otoñal breve, y aunque
en esa región no es un evento garantizado, sin embargo, a veces se da, como ha
sucedido este año.
Desde el Jardín Botánico
Nacional del Desierto Karoo comentan que en la mañana del 30 de marzo se
midieron 19 mm de lluvia, lo que
significó que, por primera vez desde 2014, las brunsvigias comenzaron a asomar
sus cabezas florales, que poco a poco se fueron abriendo y 15 días después estaban
ya en plena floración, ofreciendo esas espectaculares alfombras de color rosa.
Apenas unos 20 mm de lluvia y
en solo 14 días se han podido descubrir ese paisaje florido que muestran las imágenes,
cortesía de Hendrik Van Zijl,
hechas entre el 9 y 14 de abril de 2018 en Nieuwoudtville, donde confían en que
puedan darse más lluvias para que las flores de Brunsvigias duren hasta finales
de abril. Aunque parece que son flores que se hacen esperar, en realidad son
muy diligentes y agradecidas, aunque, eso sí, un poco caprichosas.
Fotos ©Hendrik Van Zijl (abril, 2018)
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