gramíneas plantas invasoras

La cara y cruz de la hierba de la Pampa

Las inflorescencias de las gramíneas pueden llegar a ser llamativas y vistosas, como es el caso de la Cortaderia selloana, conocida como hierba de la Pampa, carrizo de la Pampa o plumero, entre otros nombres populares.

Es nativa de América del sur, donde se extiende desde el litoral argentino y uruguayo hasta el sur de Brasil, así como en zonas costeras de Chile bajo clima mediterráneo.

En España fue introducida como planta ornamental en el siglo XVIII y citada por primera vez como asilvestrada en la bahía de Santander en 1953. Hoy en día se utiliza como ornamental en casi toda la Península y en las zonas costeras se naturaliza muy bien. Doy fe de ello, puesto que en Valencia no solo vemos los ejemplares que se plantan en rotondas y jardines, sino que se pueden encontrar  hasta en márgenes de carreteras  comarcales.

Desarrolla macollas (conjunto de brotes originados en la base de un mismo pie) de hasta 3,5 metros. Sus hojas son ásperas,  de color verde azulado y las inflorescencias en panícula, desde el verano hasta el otoño, le dan un porte espectacular, pero es una planta oportunista que crece mejor que otras en terrenos pobres y puede aguantar la sequía aprovechando al máximo la humedad suspendida en el aire. 

Una vez más, el cuento de las plantas exóticas no tiene el final feliz deseado. Y es que esta llamativa gramínea podemos encontrarla en varios catálogos de especies exóticas invasoras y está incluida dentro del Plan de control y eliminación de Especies invasoras de sistemas dunares, siendo el norte de la Península  y Canarias las zonas más afectadas por esa invasión.

Entre las causas de esas limitaciones están el impacto medioambiental que ocasiona al modificar el paisaje y competir con especies autóctonas de los ecosistemas que invade, limitando la disponibilidad de recursos hídricos.

Parece ser que, aparte de otros  métodos de control y eliminación que se puedan establecer, uno de ellos consiste en cortar los plumeros antes de que echen semillas, ya que se propaga exclusivamente a  través de las miles que produce (cada penacho puede traer más de 100.000 semillas) que son fácilmente diseminadas por el viento. Lógicamente, este procedimiento no es un método de eliminación de la especie, pero sí una forma eficaz de controlar la expansión de poblaciones  ya existentes.

Y creo que eso fue lo que yo pude comprobar hace unos días en uno de los ejemplares que veo a diario en la carretera que conduce al vivero. Ese día me paré para hacer fotos porque ‘bailaba’ a un ritmo encantador, todo hay que decirlo, y al acercarme me llamaron la atención unos plumeros en el suelo.  Esas espigas que en el siglo XIX se cortaban para decorar los salones y entradas de las mejores casas.

En el manual técnico “Jardinería mediterránea sin especies invasoras”, editado por la Generalitat Valenciana, nos sugieren algunas especies que pueden servir para sustituir a esta planta: Ampelodesmos mauritanica, Saccharum ravennae o Stipa tenacissima, Crataegus monogyna O Phormium tenax

Fuente consultada: Magrama.gob.es

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