Arbusto herbáceo de porte colgante con abundantes flores tubulares de color rojo coral
Russelia equisetiformis

 

Coralillo, lluvia de coral, lágrimas de Cupido, lágrimas de Júpiter, lágrimas de amor, planta de coral… Las ruselias (Russelia equisetiformis) son citadas con mil y un nombres comunes que hacen más asequible su identificación, claro que, también poseen un buen número de cualidades que invitan a utilizarla en jardinería sostenible en regiones de clima mediterráneo típico, donde apenas requieren cuidados, florecen profusamente y puede llegar a tolerar sequías suaves.

El género Russelia comprende unas cincuenta especies de plantas perennes arbustivas o subarbustivas de la familia Plantaginaceae, nativas principalmente de América Central, Cuba y la Guayana Francesa. Entre ellas, se encuentra la popular Russelia equisitiformis (sin. Russelia juncea), una especie que se distribuye naturalmente por las áreas tropicales húmedas o subhúmedas desde México hasta el sur de Guatemala, desde el nivel del mar a 1700 m de altitud. En su hábitat natural crece en claros de bosques perennifolios, en matorrales de sustitución y a lo largo de cursos de agua. Pero también se pueden ver ruselias en terrenos perturbados y a lo largo de caminos y carreteras.

Russelia equisetiformis y Teucrium fruticans 

La ruselias son arbustos herbáceos, de porte colgante y muy ramosos, que puede alcanzar hasta 1,5 metros de altura. Presenta tallos que alcanzan 1,8 metros de altura, de un color verde brillante que se oscurece al madurarse, con una apariencia semejante a las plantas conocidas como “cola de caballo” (Equisetum spp), lo que explica que equisetiformis fuera el epíteto elegido para describir a esta especie. Las hojas son reducidas, lanceoladas en la parte baja y en forma de escamas pequeñas en la parte alta.

Producen inflorescencias terminales con flores tubulares de color rojo coral que miden hasta 3 cm de longitud y cuyo néctar es un manjar para mariposas y, especialmente, colibríes. En estas latitudes sus flores son visitadas por abejas, mariposas y sírfidos, pero no produce frutos –pequeñas cápsulas sin valor ornamental– debido a la falta de colibríes, sus polinizadores naturales.

Flores tubulares de Russelia equisetiformis


Su vistosa floración en cascada se extiende en el tiempo, porque las ruselias florecen desde el final del invierno hasta el principio del otoño, siendo más intensa en verano, cuando esa lluvia de coral llega a ofrecer un espectáculo fascinante.

Su rápido crecimiento, denso follaje y fácil cultivo ha convertido a esta planta en una perfecta candidata para cultivar en jardines ubicados en regiones de clima mediterráneo típico, es decir, el que se da en la mayor parte de la costa mediterránea, donde tolera sequías suaves, aire marino y suelos calizos. En Valencia se cultiva en algunos jardines históricos quizás desde hace más de 100 años.

Conviene plantarla entre en otoño o primavera, evitando los meses de más calor. Necesita exposiciones soleadas, suelos frescos, ricos en materia orgánica, bien drenados y con riego regular, especialmente en verano, pero dejando que el suelo se seque entre riegos. Soporta las heladas suaves (hasta -7 °C), aunque en ese caso puede llegar a perder la floración y la parte aérea, que volverá a salir en primavera. Es una planta sin problemas graves de plagas o enfermedades y se puede reproducir a través de esquejes de punta en primavera.

Las ruselias se usan con frecuencia para para cubrir taludes, para cultivar en la parte alta de muros y como setos irregulares. Además, resulta muy decorativa cuando se cultiva en macetas colgantes o contenedores altos situados en terrazas, balcones o patios, pero, en este caso, no hay que olvidar que el riego es fundamental para evitar que el sustrato se seque y conseguir que la planta prospere y florezca profusamente. 


Russelia equisetiformis

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