Alain Baraton jardinero jefe de los Jardines de Versalles. Junio 2015 
 Foto Lemaine Livres © Philippe Dobrowolska


Llegó a Versalles cuando tenía 19 años. Eso fue en 1976. Ahora, 44 años después, reconoce que no se siente cansado y continúa siendo ese joven jardinero sorprendido por todo, aunque el parque ha cambiado en algunos aspectos, especialmente tras los estragos de la tormenta de diciembre de 1999.
Es inevitable sentir curiosidad por los jardineros de grandes jardines. Si se trata del jardinero jefe de unos jardines como los de Versalles, el interés crece más aún. Alain Baraton se considera el jardinero de Versalles, sin más, pero en realidad lleva desde 1982 el título de «Jardinero Jefe del Dominio Nacional del Trianón y del Gran Parque de Versalles»

Ese largo título no le aparta de la esencia de su profesión, que protege y defiende con entusiasmo, como llegó a decir en una entrevista hace un par de años: «El jardinero es considerado, con cierto desdén, como el campesino de la ciudad. Los que no son invitados a los salones. No debemos aceptar esto. Este estado de ‘ayuda de cámara’ se lo debemos a Le Nôtre, diseñador de los jardines del castillo, bajo Luis XIV. Sospecho que era servil. Él era un planificador en los parques del rey, diseñó el espacio, tenía talento, incluso genio, ¡pero en realidad no era un jardinero!«.
Jardines de Versalles. La Orangerie
Alain Baraton en su oficina, ubicada entre el Gran Trianón y el Pequeño Trianón de Versalles. Marzo 2020


Alain Baratón se convirtió en jardinero de Versalles por casualidad, pero, eso sí, ejerce esa profesión desde hace ya 44 años. Quería ser fotógrafo, pero todo cambió cuando, en 1976, consiguió un trabajo de verano en el Palacio de Versalles, donde se convirtió en cajero de uno de los aparcamientos. Tenía entonces 19 años. Simpatizó con el Sr. Choron, el jardinero jefe en aquella época, quien lo toma bajo su protección. La oferta le interesó porque suponía alojamiento gratuito, reconoce Alain Baraton, ya que en sus planes estaba quedarse en el castillo dos o tres años antes de regresar a la fotografía.

Pero no lo hizo. En realidad, comenzó a disfrutar de la jardinería y grabó en su memoria los conocimientos hortícolas que le había transmitido Choron. Leyó, miró y escuchó mucho, dice, lo que le sirvió después para ir pasando con éxito todas pruebas administrativas que le permitieron escalar y convertirse en el jardinero jefe de los jardines de Versalles cuando solo tenía 24 años.


Su pasión por la jardinería viene acompañada de su vocación por la escritura. Ha escrito numerosos libros, algunos de ellos nos adentran en la historia de Versalles y nos permiten descubrir que considera a Le Nôtre, el jardinero del rey Luis XIV que diseñó los jardines de Versalles, un «personaje siniestro y triste». 

Entre esos libros, destaca el que relata su propia experiencia y que lleva por título Le jardinier de Versailles, publicado en 2006 en francés y traducido posteriormente al inglés con el título The Gardener of Versailles: My Life in theWorld’s Grandest Garden.
La popularidad que se ha ganado en Francia viene acompañada también por su participación en un programa de radio y otro de televisión, espacios que le han convertido en el jardinero más prestigioso y conocido de ese país.
De profesión, jardinero


Cada día dirige un pequeño ejército de unos 100 jardineros que mantienen las 850 hectáreas que cubren el parque del Palacio de Versalles. Parterres, prados de césped y arboledas; los 43 kilómetros de caminos utilizados durante todo el año por millones de turistas y los 350.000 árboles, incluyendo 18.000 en alineación; sin olvidar la granja de animales y el gran huerto, donde crecen casi 140.000 verduras.



Reconoce que, antes, el 90% de las solicitudes de los jardineros provenían de hombres que habían fracasado en los estudios. Ahora es distinto y pueden dar la bienvenida a jóvenes de ambos sexos de todos los niveles y de todos los ámbitos de la vida. La profesión ha ganado prestigio y bromea diciendo “Te das cuenta: ¡me invitaron a la cena de la Reina de Inglaterra!”.
Considera la jardinería una profesión tan bonita como exigente, porque hace falta conocimiento, destreza, sensibilidad, sentido de la observación, paciencia y, por supuesto, ser feliz con el oficio. Esto último le sirvió para hacer gala de su sentido del humor en una entrevista en la que irónicamente recomendaba: “Acepte un consejo: desconfíe de un jardinero que no sonría”.
  
Parece que no le falta sentido del humor, como no le falta rebeldía, especialmente porque reconoce que no soporta la perfección “… Por eso, en medio de las hileras de hayas del mismo color, planté sistemáticamente un haya púrpura (Fagus sylvatica var. atropurpurea) para romper esta perfección … ¡la firma del jardinero!”.
Prefiero los árboles a las flores


Desde los jardines franceses ubicados frente al Palacio, hasta el jardín inglés del Trianón, la finca alberga árboles extraordinarios que son testigos vivos de la impresionante historia de Versalles. Originalmente compuesto por tilos y castaños de bosques cercanos, el patrimonio arbóreo de Versalles se ha expandido a lo largo de los siglos para incluir árboles raros de tierras lejanas: el tulipero de Virginia (Liriodendron tulipifera) y el enebro de Virginia (Juniperus virginiana), el árbol de las pagodas (Sophora japonica), la catalpa china (Catalpa ovata) y la gigante secuoya (Sequoia sempervirens).

Roble común cerca del Gran Trianón de Versalles. ha sido estudiado y fechado desde la época de Luis XIV. Plantado en 1668, tiene 36 metros de altura y la circunferencia de su tronco es de más de 5 metros
 | Foto © Didier Saulnier

Y precisamente los árbolesson la gran pasión de Alain Baraton, llegando a reconocer que prefiere los árboles a las flores. Son un referente en nuestra vida, afirma, y nos acompañan durante toda la existencia, hasta convertirse en un símbolo en todas las culturas. Y, por si no alguien todavía no está convencido su valor, continúa diciendo que no debemos olvidar que fue en el árbol donde nació el fuego que alumbró la civilización.
Como es lógico, si hay algo que le entristece recordar es la tormenta del 26 de diciembre de 1999 que destruyó 18.500 árboles y llevó a la tala de otros 40.000. Se replantaron árboles durante 6 años. Veinte años después de esa terrible tormenta, entre los 300.000 árboles plantados en Versalles, 30 ejemplares han sido considerados admirables debido a su belleza, historia y rareza botánica. 
Preservar la esencia de Versalles


Como comenté al inicio, las cosas han cambiado en los jardines de Versalles en estas últimas décadas, principalmente en lo que se refiere a las prácticas hortícolas que ahora se realizan desde el respeto a la naturaleza y su diversidad biológica. Se debe respetar la naturaleza, acompañarla más que forzarla, afirma.
Reconoce su mérito en lo que se refiere a la considerable caída en el uso de productos químicos. Al no usar ni una gota de insecticidas o herbicidas, han conseguido que regresen los animales. Patos, faisanes, cisnes y todo un repertorio de insectos beneficiosos. Algo que le alienta a pensar que Versalles pueda convertirse en un ejemplo de biodiversidad.
Hay quien considera que Alain Baraton ha desempolvado la imagen algo anticuada de Versalles, pero parece ser que lo ha hecho conservando su cualidad: «Mi misión es preservar la esencia de Versalles, que se ha convertido en una firma, pero que debe seguir siendo, sobre todo, un lugar de ensoñación«.



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