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Innisfree Garden, un paisaje diseñado en el valle del Hudson

Innisfree Garden es un jardín paisajista inspirado en los principios del diseño de los jardines tradicionales orientales. No es un paisaje para contemplar como un todo, sino que está integrado por pequeños espacios que forman parte de un paisaje naturalista más amplio y que hay que ir descubriendo a medida que se pasea por diferentes senderos.


Innisfree Garden, en Millbrook, Nueva York, ocupa 75 hectáreas de paisajes diseñados y naturales que rodean el sereno lago de Tyrrell en el el valle del río Hudson.  Es también el resultado de 50 años de trabajo y de un feliz encuentro entre Walter Beck, un excéntrico jardinero aficionado, y Lester Collins, un distinguido, aunque poco conocido (o reconocido), arquitecto paisajista. 

Walter Beck se casó en 1922, a los cincuenta y ocho años de edad, con Marion Burt Beck, ávida jardinera y divorciada acaudalada, lo que les permitió adquirir ese terreno para construir allí su residencia de campo. A finales de la década de 1920 ambos comenzaron a trabajar en su finca,  Innisfree, un nombre inspirado en el primer poema lírico de William Butler Yeats, «The Lake Isle of Innisfree», que habla de un lugar en el condado de Sligo, Irlanda. Hay quien piensa que la elección de ese nombre puede tener que ver con la intención original de los Beck, que era crear un borde formal y simétrico al estilo inglés. Pero, tras quedar insatisfechos con el trabajo que había realizado, la pareja arrancó las camas del jardín y decidieron viajar durante un año al extranjero en busca de inspiración y otros enfoques.

Pero, en realidad, la inspiración vino de la mano de la obra del poeta, pintor y jardinero chino del siglo VIII Wang Wei, a quién Beck había descubierto en la década de 1930.

«Jardín taza»


La obra que fascinó a Beck fueron las pinturas en pergamino de Wang Wei y que representaban la Villa Wangchuan, uno de los jardines de los jardines más famosos de la antigua China. En ellas, el pintor  mostraban jardines cuidadosamente definidos y enfocados hacia el interior de un paisaje naturalista más grande. 

Esa técnica de creación de espacios, que Beck bautizó como «jardín taza» en alusión al pequeño tamaño de esos espacios diferenciados, hace que sea imposible ver el jardín en su conjunto e influyó en siglos de diseño de jardines chino y japonés.

Beck se centró más en composiciones individuales. Relacionar esos espacios entre sí y con el paisaje en su conjunto fue obra de Lester Collins, el arquitecto paisajista que el matrimonio Beck contrató para diseñar y ejecutar ese proyecto. 


Tim Richardson comenta en el libro Great Gardens of America (2000) que la genialidad de Innisfree «no radica tanto en las ideas que los diseñadores formularon para los «jardines tazas», muchas de las cuales son increíblemente simples, sino en la forma en que se han mantenido a lo largo de los años». La sensibilidad con la que se ha cuidado y atendido las cualidades del paisaje, natural y creado, es, desde su punto de vista, una de las claves de su éxito.


Un paisaje diseñado


Innisfree está reconocido como la obra maestra de Lester Collins, una figura icónica, aunque muchos consideran que subestimada, en la arquitectura paisajista estadounidense del siglo XX. Este proyecto le permitió expresar sus ideas minimalistas y su conocimiento de los principios de diseño chinos.

A lo largo de sus 55 años de asociación con el jardín, desarrolló técnicas innovadoras, que se basaban más en el conocimiento y la paciencia que en el trabajo o el capital,  para crear jardines trabajando con ecosistemas naturales

En la información que facilitan en el sitio web de Innisfree, destacan que Collins logró asociar ese jardín con la naturaleza basándose en lo que el llamaba su «sentido común de agricultor». Se refieren a que su profundo conocimiento de los procesos naturales y el funcionamiento de los ecosistemas individuales le permitieron crear un paisaje resiliente y sostenible, no solo desde el punto de vista ambiental sino también económico. Pero no se trataba de una restauración ecológica, sino de un paisaje diseñado.

El entorno natural del jardín está definido por Tyrrell Lake —un tranquilo lago glacial de 16 hectáreas situado en el centro del sitio — y las colinas boscosas que lo rodean. 

Se crearon arroyos, cascadas, terrazas, muros de contención y rocas que provienen del bosque local. La selección de plantas se hizo en función de su capacidad de prosperan allí donde se implantaban. La mayoría son especies nativas, lo que ha contribuido también a integrar ese paisaje creado con técnicas de diseño de inspiración oriental en su entorno natural norteamericano.

Tras el fallecimiento de los Beck, Lester Collins tomó el control de Innisfree en 1955.  En 1960 el jardín abrió al público bajo su dirección, hasta que falleció en 1993. Con el fin de crear un jardín público viable con medios limitados, Lester Collins simplificó el diseño de la finca pero mantuvo su sensibilidad. 

Es digno de destacar que Collis desarrolló en Innisfree un sistema de agua innovador. No existen pozos en el lugar. Toda el agua utilizada para todas las fuentes, cascadas, arroyos, etc., así como el riego controlado, es agua de lluvia recolectada en la cuenca hidrográfica de Fishkill Creek y extraída de un circuito que incluye el lago Tyrrell situado en el centro del sitio y un depósito de casi 3 hectáreas.


Al parecer, las técnicas de diseño de jardines y las prácticas de mantenimiento respetuosas con el medioambiente y económicamente rentables que desarrolló Collins todavía se implementan hoy en día en Innisfree. El jardín permanece abierto al público a través de una fundación.

Algunas de las imágenes muestran el diseño elegante de la silla de Rietveld que se adaptó ligeramente para su uso en Innisfree en la década de 1960 y que hoy en día también se pueden ver por docenas alrededor del cercano Wave Hill Garden. Ver: Silla de jardín Wave Hill, una adaptación de la «Silla Roja y Azul» de Rietveld.

Las fotografías son cortesía de Karl Gercens y se han realizado este mes de octubre, en un otoño extraño, como extraño está siendo el año, pero, al fin y al cabo, unas imágenes llenas de extraordinaria belleza que pueden sacudir alguna que otra pena y lograr que nos reconciliemos con este otoño, aunque sea del 2020. 

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