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Jardín Bahía Azul en Chile: plantas nativas con vistas al Pacífico

Un jardín concebido para integrarse en el paisaje existente a través de caminos, senderos o escalas, para lograr la continuidad de la vegetación desde la arquitectura hasta el infinito. Un espectáculo ver cómo las plantas, en una sorprendente variedad de tonos, prosperan en grietas sombreadas en el imponente afloramiento de roca donde se alza la casa.
Bahía Azul es la casa del arquitecto paisajista chileno Juan Grimm, cuyo jardín en voladizo no termina en el borde del acantilado cercano, sino que desciende en cascada hasta una piscina circular y luego sobre rocas irregulares hasta la última piscina infinita, hasta el Océano Pacífico.


Con más de 35 años de trayectoria diseñando jardines y parques, el arquitecto paisajista chileno Juan Grimm se ha posicionado como uno de los mayores referentes de paisajismo, no solo en Chile, sino también en Latinoamérica.
Se suele definir como arquitecto de formación y paisajista de corazón. Su trabajo se destaca por el respeto a la naturaleza y en cada uno de sus proyectos intenta integrarse al paisaje de forma natural.
Sus diseños de parques privados en Chile, Argentina, Uruguay y Perú, así como numerosos jardines y parques urbanos se pueden ver en su sitio web.
Gracias a Around the World in 80 Gardens, el programa de la BBC presentado por Monty Don, el trabajo de Juan Grimm se hizo conocido en Europa, Australia y Estados Unidos, lo que estimuló el interés por su obra, recibiendo invitaciones para impartir conferencias en diferentes países.




Hoy quería detenerme allí, en Bahía Azul, su casa en Los Vilos, donde creo un laboratorio para aprender y experimentar con plantas nuevas. Es uno de sus trabajos emblemáticos, cuya espectacular belleza descubrí en el libro Gardenlust, de Christopher Woods, que comenté el año pasado. 

Una casa y jardín en voladizo sobre un acantilado y con vistas al mar profundo. Un jardín que no termina en el borde del acantilado cercano, sino que desciende en cascada hasta una piscina circular, luego sobre rocas irregulares hasta la última piscina infinita, hasta el Océano Pacífico.

“El paisaje siempre nos dice lo que hay que hacer, y eso es lo importante”
Bahía Azul está ubicada en Los Vilos, una ciudad y comuna chilena, la más austral de la región de Coquimbo. El jardín ocupa una superficie de 4.000 metros cuadrados y se construyó en 1996.
La idea de Juan Grimm era construir una casa de veraneo y de fines de semana. Ese paisaje le había cautivado desde niño por sus características únicas y especiales. Pero, confiesa que las vistas espectaculares frente a un inmenso océano azul y la riqueza de la topografía marcada por cerros y acantilados de rocas esculturales superaron cualquier expectativa.
Planificó la arquitectura de la casa con una volumetría simple de dos cubos de color negro y un muro revestido con piedras del lugar. La idea era que el volumen de la casa actuara como una roca más del entorno.

Una vez finalizada la construcción de la casa, dedicó los primeros 10 años a construir senderos, el invernadero y a plantar las diferentes especies vegetales.
En el diseño se distinguen el jardín de acceso, el jardín del cerro nativo, el jardín de los cactus, el jardín de la piscina, el jardín del invernadero y el jardín de las rocas de mar, cada uno de ellos con sus características propias.
Juan Grimm tuvo el propósito de incorporar casi exclusivamente vegetación nativa y ahorrar el agua de riego. Eso permitió que las plantas se desarrollaran con todo su potencial.
Para diseñar la selección de especies imaginó cómo cubrirían en el futuro las pendientes áridas y rocosas del terreno, como se asociarían con la escasa vegetación existente, como ocultarían las vistas no deseadas, y como se integrarían a ese espectacular paisaje costero y a casa, ubicada en la parte alta, justo al borde del acantilado.


Algunas plantas decorativas (y nativas) como alstroemerias, fucsias y puyas están moteadas entre arbustos redondeados, creando un efecto de luz y ligereza perfectamente orquestados en un jardín cuya intensidad de lo contrario podría correr el riesgo de tomarse demasiado en serio. Eso es lo que apreció el autor de libro Gardenlust y, a juzgar por las imágenes, parece que así sea.
Para los macizos de arbustos perennes se incorporaron especies de rhaphilepis (Raphiolepis indica), hebe (Hebe buxifolia), pitosporo tobira enano (Phitosphorum tobira ‘Nana’).
En los deslindes del terreno creó un cordón vegetal denso con cipreses (Cupressus macrocarpa) y gandules (Myoporum laetu) para obtener mayor intimidad. Pero fueron destruidos por una tormenta hace años, algo que se convirtió en un aprendizaje que le hizo comprender que los árboles no pertenecen a ese paisaje.
Al poniente, frente al mar, dispuso vegetación en la que predominan plantas suculentas, bromeliáceas y cactáceas. Allí mismo, para potenciar la ladera, reforzó las especies que ya existían implantando por las pendientes del acantilado más puyas, cactus, nolanas y calandrinias.


Un camino entre arbustos redondeados conduce a la piscina circular, que se encuentra por debajo del nivel de la casa principal. Las líneas suaves de los arbustos y la piscina crean un mágico contraste con las rocas irregulares, la nitidez de las montañas y la línea horizontal del océano.
La entrevista que le hizo Monty Don en Bahía Azul aparece al final del capítulo dedicado a los jardines de Sudamérica. En esa entrevista, Juan Grimm afirma con rotundidad que “El paisaje siempre nos dice lo que hay que hacer, y eso es lo importante”.



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