Hay plantas que decididamente
no quieren pasar desapercibidas y este eléboro es un buen ejemplo. No es solo
el color verde de sus flores, sino también su hábito de crecimiento, principalmente de forma horizontal, pero que llega a alcanzar 60-90 cm de altura y diámetro (incluso más de un metro de diámetro cuando la
planta es ya madura), convirtiendo a esta especie en una de las más grandes de su género.
Hace unos días hablé de los eléboros (Helleborus), ese popular género de plantas cuyas flores surgen a mediados o finales de invierno. Hoy muestro un eléboro alto y robusto, conocido comúnmente como Eléboro de Córcega. Su nombre científico es Helleborus lividus subsp. corsicus, aunque también se le suele identificar con su sinónimo: Helleborus argutifolius.
Helleborus
lividus subsp. corsicus
Sinónimos: Helleborus argutifolius; Helleborus argutifolius Viviani)
Nombre común: Eléboro de
Córcega
Género: Helleborus
En la naturaleza
En la naturaleza, el eléboro de Córcega se limita a dos
islas mediterráneas: Córcega y Cerdeña. La especie está muy extendida en ambas, pero muy
especialmente en Córcega, donde se puede encontrar en toda la isla. Allí crece
junto a otras especies mediterráneas como Anemona
hortensis y Anemona apennina, Crocus corsicus, Cyclamen repandum, Euphorbia
characias subsp. Wulfenii y Lanvandula
stoechas, entre otras.
Es una herbácea perenne, con
aspecto de sub-arbusto, que florece desde finales del invierno hasta la
primavera. Sus flores atraen a las abejas e iluminan el jardín hasta en los
días más lluviosos del invierno y la primavera.
De sus robustos tallos ramificados surgen grandes racimos de 20-30 flores simples (2,5-5 cm), en forma de cuenco y color
verde pálido, que contrastan con el
follaje, formado por hojas espinadas de color gris verdoso.
En el jardín
No es una planta exigente en
absoluto. Tolera el sol mucho mejor que otras especies de eléboro. De hecho, se desarrolla mejor a pleno sol o media
sombra, dependiendo de la zona climática, lo que ayuda a que no crezca
demasiado alto y previene el desarrollo de tallos débiles y largos.
Su rusticidad hace que tolere la mayoría de suelos, además, es resistente a la sequía, aunque no
conviene llevar la planta a los extremos, es decir, ni suelos resecos, ni
suelos inundados. Se puede ver crecer
este eléboro incluso en grietas de paredes secas o entre adoquines.
Se reproduce por semilla. Si tomamos las semillas
frescas, se siembran en verano, tan pronto como maduren. Las semillas más
viejas se siembran al final del otoño o en invierno, para que germinen en la
segunda primavera. Si no se tiene previsto utilizar sus semillas, es mejor
cortar los tallos florales a ras de suelo tan pronto como se marchiten, para
evitar la temida mancha negra.
No es una planta de vida
larga, suele vivir cinco o seis años, en ocasiones hasta ocho o nueve años. No
obstante, si las condiciones de cultivo son buenas, se autosiembra. A partir
del cuarto año, las plántulas hacen acto de presencia en gran cantidad. Como germinan
con facilidad y tienen un desarrollo bastante rápido, el relevo es casi
inmediato.
En el jardín funciona bien
en compañia de especies mediterráneas como la Euphorbia characias, en cualquiera de sus formas. Se suele utilizar
en camas y borduras semi-sombreadas por árboles o arbustos grandes; luce bien en
contenedores y en patio; y armoniza con estilos de jardín informal, cottage y de pradera.
Los híbridos
Al Helleborus lividus subsp. corsicus
se han unido algunos cultivares, como ‘Little Erbert’; ‘Janet Starnes’;
‘Pacific Frost’ y ‘Silver Lace’. En
cultivo, esta especie toma formas diversas, aunque siempre es inconfundible.
Hibrida bien con su especie más cercana, Helleborus
lividus, igualmente nominada por el botánico Aiton y que se desarrolla en
las islas de Mallorca y Cabrera (Islas Baleares).
Las fotos, hechas ayer, lo
dicen todo. La primavera se acerca y las flores del eléboro de Córcega ya lo
anuncian.
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