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El Jardín del Prado. El paseo botánico de Eduardo Barba por las obras de los grandes maestros

El Jardín del Prado. Un paseo botánico por las obras del los grandes maestros
Al hablar de la caléndula que aparece en la pintura de Francisco de Zurbarán, Santa Isabel de Portugal, Eduardo Barba menciona también otras especies herbáceas que son fáciles de cultivar, plantas “para que regalen muchas semanas de color por si pasa alguien gris a nuestro lado”. 

Me refiero a su libro, El Jardín del Prado, un recorrido por las plantas que él mismo ha identificado en las obras de grandes maestros que se exhiben en el Museo del Prado. En sus propias palabras “Un libro en el que se mezclan el arte, la botánica y la jardinería, con las vivencias personales, los viajes y las anécdotas. Un libro muy jardinero, muy artístico, muy cercano”. Y así es.


Cuando iba a publicar el artículo sobre el cuadro Vista de la fachada sur del Museo del Prado, desde el interior del Jardín Botánico (ver aquí), decidí contactar con Eduardo Barba para pedirle que me ayudara a identificar las plantas que aparecen en esa pintura. No sabía si él las había identificado ya y, al preguntarle, me resolvió la duda enviándome una foto con la contraportada de su nuevo libro. Esas casualidades de la vida que te hacen pensar: esto es una señal de que el libro me va a gustar. Aprovecho para agradecerle su ayuda, que no mencioné en su día para poder hacerlo aquí, en su propio escenario.



Detalle de La Sagrada Familia. Bernard van Orley, 1522 | Museo del Prado



Y sí, claro que me está gustado su libro, y mucho, además. Desde el prólogo (imprescindible) hasta el glosario de plantas con su nombre común y científico que aparecen al final. El libro de Eduardo Barba, El Jardín del Prado, es uno de esos libros que quieres tener cerca y, también, un libro que te gustaría regalar a alguien muy especial. 

Es un paseo botánico por las obras de los grandes maestros que habitan el Museo del Prado, que gustará a quienes sientan pasión por las plantas, aunque no sean especialmente aficionados al arte. También gustará a quienes sienten pasión por el arte, aunque no sean especialmente amantes de las plantas. Pero, desde luego, va a fascinar a aquellas personas que sienten debilidad por las plantas y el arte, especialmente cuando ambos universos se hacen cómplices.


No he terminado de leer el libro, pero he querido hacer un alto en el camino para contaros un poco mi primera impresión, y recordaros que hoy sale a la venta, porque estoy muy segura de que a muchos de vosotros os interesará saber algo sobre Eduardo Barba y lo que nos cuenta en El Jardín del Prado.



“El aroma de la rosa se queda enredado en mi memoria y aparece a la hora de los postres”


Os recuerdo que ya he hablado de Eduardo Barba hace casi un año (ver más aquí). Eduardo decidió una primavera que quería ser jardinero. Ahora, además de jardinero, es investigador botánico, paisajista y profesor de jardinería. Su pasión por el reino vegetal y por el arte van de la mano en intensidad. 

Alguien le hizo en su día una pregunta que le llevó a un mundo que desconocía. No sé cuál era esa pregunta, pero sí es obvio que ese mundo que desconocía acabó siendo una apasionante aventura artística y botánica que le ayudó a descubrir que había “un mundo botánico que se derramaba y florecía en las pinceladas de los cuadros y en los golpes de cincel de las esculturas”. También le enseñó a valorar que “tener flores frescas durante cuatro siglos es algo que se le puede permitir al arte, independientemente de cuándo florezca”.


La Abundancia | Jan Brueghel el Joven, 1625 | Museo del Prado



Ha catalogado todas las piezas expuestas del Museo del Prado que muestran algún detalle botánico, identificando sus especies. También ha colaborado con el Museo Lázaro Galdiano y con el Museo de Bellas Artes de Bilbao. Además, ha sido artífice de la implantación y mantenimiento de plantas y jardines de diversos países, además de España, como Bélgica, Francia, Italia, Países Bajos, Estados Unidos o Australia.

Su trayectoria profesional está impregnada de su recorrido personal, porque Eduardo admira las plantas desde que era un niño, y en el prólogo de libro recuerda que en su infancia observaba con curiosidad las terrazas y balcones que asomaban en las calles de su barrio, clasificando las casas entre las que tenían plantas y las que no. Su criterio era claro, aquellas casas en las que había flores estarían habitadas por personas con las que podía conectar más fácilmente. Supongo que ese criterio lo mantiene, lo que sucede es que ahora regala flores de mil maneras hasta contagiar la pasión por las plantas, y por eso resulta muy fácil conectar con él.



“El tiempo se detiene y se esfuma ante el cuadro igual que si estuviera en un jardín”


El Jardín del Prado es una fiel reproducción de la forma de observar y sentir las plantas y el arte por parte de su autor. Cada capítulo tiene el nombre de una planta y, a continuación, la obra donde se puede encontrar, con mayor o menor dificultad, su flor o fruto. A partir de entonces, desarrolla el tema con tal frescura que no quieres que acabe, pero no pasa nada, porque en seguida viene otra planta, otra pintura y otra aventura.

Es un delicioso recorrido botánico por las obras del Prado, pero, también, un recorrido donde la carga humana esta presente en cada uno de los capítulos. Los detalles acerca de la obra, que sitúa en su contexto histórico y cultural; la identificación botánica de cada planta, su descripción y detalles curiosos sobre ellas, todo se presenta con frescura y gran sensibilidad gracias a las anécdotas personales y vivencias con las que Eduardo Barba armoniza (y ameniza) el contenido de cada apartado.





Cuando abres el libro, sientes la tentación de ir saltando de capítulo en capítulo o, mejor dicho, de flor en flor. No he sucumbido a esa tentación, bueno, he ido picando de flor en flor un poco al principio, lo confieso, pero después me puse a ello desde el prólogo y ahora estoy deleitándome con las flores de color azul, rosa y blanco de los jacintos que se aprecian en el sombrero de Carlota Joaquina, infanta de España y reina de Portugal, una pintura de Mariano Salvador Maella. Unas flores que a Eduardo le han valido para recordar el primer bulbo de jacinto azul que plantó cuando tenía 10 años. Todavía recuerda su delicioso aroma “no podía apartar mi nariz de él”, comenta. Se trataba de la variedad ‘Delf Blue’ y ese detalle le ha conducido a hablar también de las reglas que suelen aplicarse para denominar las variedades de las diferentes especies botánicas. Porque en cada capítulo nos aguardan historias y anécdotas diferentes, sin dejar de admirar las plantas que aparecen en la correspondiente obra.

La presentación del libro es una maravilla. Además de las imágenes de las pinturas y sus detalles botánicos, el libro se ilustra con los dibujos botánicos de Juan Luis Castillo, dibujos que aparecen por cada rincón para recordarnos cuál es la flor o fruto protagonista en ese momento. Podéis leer un fragmento del libro en este enlace.

Mañana, 12 de febrero a las 18:30 h. Eduardo Barba hará la presentación en el Real Jardín Botánico de Madrid, dentro del ciclo ‘El Jardín Escrito’, en un acto en el que participará el escritor Antonio Muñoz Molina. Tenéis todos los detalles aquí

Como he comentado al inicio, el libro ya está disponible en librerías y, también, en Amazon. Si puedes, regálatelo, porque es un libro delicioso que bien merece un hueco en nuestra biblioteca y puede convertirse en un gran compañero cuando tengamos la oportunidad de visitar el Museo del Prado.


Libro sobre plantas, flores y frutos que se encuentran en las pinturas del Museo del Prado

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