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Una flor en el asfalto, o cómo 50 hierbas urbanas parlantes y algo descaradas nos cuentan su vida

Una flor en el asfalto. Eduardo Barba y Raquel Aparicio


Una selección de 50 hierbas que crecen en lugares urbanos hostiles, plantas que suelen definirse como “malas hierbas” y a las que el autor les otorga un lenguaje fresco y algo descarado, perfectamente adaptado a sus peculiaridades, lo que les ha permitido contarnos “en primera persona” cómo son, qué estrategias utilizan para sobrevivir, cómo se relacionan con nosotros y cómo se sienten. Y lo hacen con gran elocuencia, gracia y una buena dosis de ironía.


Podría decir que este libro es una delicia y recomendarlo sin más, porque estoy segura de que quienes lo lean animados por esa afirmación no se sentirán defraudados. Pero, aun así, voy a comentar algunas impresiones sobre Una flor en el asfalto. La vida de las hierbas urbanas contada por ellas mismas, el libro de Eduardo Barba (textos) y Raquel Aparicio (ilustraciones), con prólogo de Gilles Clément.

Álbum de familia de hierbas urbanas parlantes y algo descaradas

Eduardo Barba –jardinero, paisajista, profesor de jardinería, divulgador e investigador botánico en obras de arte– no quiere que se defina su libro como una guía de plantas al uso. Prefiere referirse a él como un álbum de familia de las hierbas urbanas. Y, en realidad, eso es lo que nos ofrece, la biografía de 50 hierbas urbanas a las que ha puesto voz para que nos cuenten en primera persona (…) algo sobre su vida: cómo son, qué estrategias utilizan para sobrevivir, cómo se relacionan con nosotros y cómo se sienten


Soy una planta rupícola o casmófita. Las dos cosas significan lo mismo: que adoro crecer en paredes verticales, ya estén hechas de piedra o de ladrillos. Así me libro de que muchos herbívoros me coman ¿No os parece una solución genial? No cuento a las jirafas, esas hacen trampa. Mi nombre en latín proviene de parietis, pared. Más claro agua y mortero.

Parietaria Parietaria Judaica

Una flor en el asfalto está impregnado del ingenio y sensibilidad de Eduardo Barba, que se ha ofrecido de interprete para descubrirnos el desenfadado relato de esas hierbas urbanas, porque, aunque muchos podáis pensar que las plantas no hablan, tengo que deciros que estáis muy equivocados. Las plantas no hablan nuestro idioma, cierto, pero hablar, sí que hablan, solo hay que saber interpretar todo lo que expresan con la forma de nacer y prosperar en su hábitat y, en esas lides, Eduardo Barba es un genio. Ha sido capaz de escuchar lo que tenían que contarle las hierbas de su ciudad sobre el origen y las sensaciones que experimentan al crecer en los entornos urbanos, donde solemos llamar a esas plantas ‘malas hierbas’. Lo cierto es que, Eduardo Barba lleva “escuchando” a las plantas desde que era un niño, cuando recogía semillas de malvas, amapolas y correhuelas que crecían en el descampado que había frente a su casa, semillas que después sembraba y cultivaba en macetas en el balcón.

Una flor en el asfalto | Pamplina. Stellaria media


No importa la edad del lector o sus conocimientos sobre botánica, porque puede leer su libro “desde una chavala de 14 años a un botánico de 99”, comenta Eduardo Barba. Y es así. Esas hierbas urbanas parlantes utilizan un lenguaje muy coloquial en el libro, plantas que en ocasiones se dirigen al lector en tono cálido y en otras son más irónicas y deslenguadas. En cualquier caso, en la peculiar biografía de cada una esas hierbas charlatanas, siempre hay algún que otro reproche a la indiferencia y desprecio que mostramos a diario cuando nos encontramos con ellas en cualquier rincón de la ciudad. En más de una ocasión, incluso, se ríen de nosotros. Como se suele decir, nos ponen en nuestro sitio. Ya iba siendo hora, pensareis muchos de vosotros. Yo también.

Habéis incluido mi nombre en la lista de hierbas más problemática en jardinería y agricultura. Hasta me habéis llamado «hierba odiosa». Dejadme que consulte mi lista particular…hmmm, en la ‘s’… ‘ser humano’, ¡aquí estáis! Sí ¡coincidencias de la vida! Os tengo incluidos como el animal más dañino de cuantos habitan la Tierra.

Pamplina Stellaria media

Como es lógico, no era posible incluir en el libro todas las plantas que crecen en el asfalto, porque son muchas, por lo que han seleccionado las 50 más extendidas. Las diferentes hierbas se han agrupado en función de su hábitat urbano habitual: calles, muros, parques y descampados. Cada planta viene acompañada de las bellísimas ilustraciones de Raquel Aparicio, pintadas con témpera y acuarela, que expresan la misma belleza y frescura que los textos.

El resultado es un delicioso álbum que reúne las peculiares biografías de esas hierbas urbanas, algo descaradas, que se presentan a sí mismas y nos descubren su origen, los rasgos más característicos, así como su interés botánico y etnobotánico, y todo ello utilizando un lenguaje asequible, sin perder rigor científico. Además, al final del libro, hay un glosario donde podemos conocer el significado de los términos botánicos que aparecen en el texto .

Una flor en el asfalto | Cimbalaria. Cymbalaria muralis


No es un libro que tenga que leerse de un tirón, porque su autor lo que busca es acercarnos a ese universo vegetal, descubrir los rasgos más significativos de esas plantas y su comportamiento, aprender a mirarlas con otros ojos para, después, reflexionar sobre el modelo de ciudad que queremos. En ese recorrido urbano, iremos descubriendo la personalidad de encantadoras hierbas como la humilde bolsa de pastor; la verónica, que puede llegar a medir “una longitud de hasta 3 tenedores”; el cardo, que nos advierte que si nos acercamos nos pincha, afirmando “aquí no estamos para tonterías”; el bledo rastrero, que nos deja claro que a él le importamos otro tanto; el cardo corredor, que presume de que le «haya retratado el mismísimo Bosco» y que «Durero también gustaba de mi cuerpecillo pinchudo»; o la coqueta cimbalaria, una de las hierbas favoritas de Eduardo Barba, sino la que más, que mide “como un par de latas de refresco de alto”. 

También quiero que sepáis que la presentación es cosa del alembrijo, una hierba que se identifica a sí misma como “espléndida y elegante”. Coqueta y poco conocida, esta hierba urbana nace, crece y florece “en la grieta de una acera, al pie de un bordillo”, y no desvela su nombre científico hasta el final de libro, cuando se despide de nosotros. No seré yo la que haga spoiler


Una flor en el asfalto. Alfilerillo de pastor. Erodium cicutarium


No descubriré su nombre, y os recomiendo, como lo hace ella misma, que no os molestéis en averiguarlo, porque no lo vais a conseguir. Pero sí os adelanto que, tanto en la presentación como en la despedida, se sirve a gusto y nos canta las cuarenta por no ser capaces de apreciar todos los beneficios de las hierbas urbanas, del mismo modo que deja claro que lo más sensato que podemos hacer es dejarlas que crezcan en paz por el suelo, en alcorques, por las paredes e, incluso, por los tejados. Pero, tranquilos, porque se expresa con elegancia y rigor pedagógico. No se le puede reprochar nada. Un discurso muy instructivo en el que no te sientes ofendido, como mucho, algo avergonzado. Pero eso tiene remedio. Seguir leyendo, que es lo que nos sugiere el alembrijo. 

Nos llamáis hierbajos, maleza, malas hierbas… pero ¿qué os hemos hecho para que nos miréis tan mal? Compartimos con vosotros el espacio de estos bosques de cemento y cristal que habéis construido en medio del campo, esas «ciudades».

Una flor en el asfalto

Después de leer el libro, de sonreír y, en algunos casos, reírte con ganas, ya no es tan fácil pasar junto a esas hierbas que crecen en el asfalto mostrando indiferencia o desprecio, y es posible que, por fin, aprendamos a apreciarlas y mirarlas desde otra óptica cuando las vemos nacer y crecer con ganas en ese alcorque que, a primera vista, puede parecer que está sucio.

El libro, con un bellísimo diseño y maquetación, ya está disponible en Editorial Tres Hermanas, en librerías de España y en Amazon

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