El libro The Art of Gardening nos acerca a los jardines de Chanticleer Garden y a sus jardineros. La voz de la experiencia a veces se traduce en magníficos textos, en espectaculares imágenes y en sabiduría. Cuando todo eso se da en un mismo libro, la voz de la experiencia habla por los codos; y si la voz de la experiencia habla por los codos de jardines, es todo un placer.

Tenía pendiente el comentario de un libro altamente recomendable y al que solo podemos poner una pega los hispanoparlantes, el idioma. Claro que, dicen que una imagen vale más que mil palabras, de modo que intentaré hacer un comentario justo para que, unido a algunas de las imágenes que acompañan al libro, os ayude a valorar el contenido de The Art of Gardening.

Chanticleer Garden • The Art of Gardening

Lo primero que quiero mencionar es la introducción que hice en su día sobre Chanticleer Carden, sus jardines y sus jardineros

Chanticleer es un jardín que no quiere perder su condición de jardín en singular, a pesar de que los caminos serpentean y nos conducen a diferentes espacios, 15 áreas con pretensiones muy diversas y plantas elegidas para lograr que se cumplan. No es un jardín botánico, pero bien podría serlo, a juzgar por las numerosas especies que cubren las casi 20 hectáreas de superficie.

Pero el libro The Art of Gardening incide más en el trabajo de los jardineros, a quienes han otorgado suficiente libertad para dar rienda suelta a su creatividad, a la hora de ejecutar los diferentes trabajos encomendados dentro de ese jardín. Trabajos que se refieren a la organización de espacios, así como la selección de especies y la incorporación de diferentes elementos, donde el arte, la artesanía y la creatividad saltarán a la vista por cada rincón.

En el libro, los textos vienen acompañados de excelentes fotografías realizadas por un gran fotógrafo de jardines estadounidense, Rob Cardillo, imágenes que harán mucho más fácil comprender la esencia de ese jardín. Obviamente, las que comparto aquí no le hacen justicia puesto que son una mera reproducción fotográfica de las que aparecen publicadas.

La voz principal del libro es de su autor, Bill Thomas (R. William Thomas) quien llegó a Chanticleer Garden en 2003, para trabajar como director y jefe de jardineros, después de 26 años en Longwood Gardens.

Pero junto a su voz, oiremos la de otros seis jardineros, con quienes Bill colabora para lograr que Chanticleer Garden llegue a ser ese jardín tan especial que a todo el mundo le llama la atención. Sus nombres: Eric Hsu, Dan Benarcik, Peter Brindle, Bryan Christ, Doug Croft, Fran DiMarco, Joe Henderson, Ed Hincken, Erin McKeon, Lisa Roper, Emma Seniuk, Anne Sims, Scott Steinfeldt, Przemyslaw Walczak, Jonathan.

Cada uno de ellos se encarga de un área del jardín. Los siete horticultores o jardineros arriba mencionados, se unen a la plantilla de 24 personas que trabajan en ese jardín a tiempo completo.

Cada jardinero se ocupa de un área

El éxito de Chanticleer es que los miembros de la junta directiva están íntimamente involucrados con el jardín, pero solo desde el punto corporativo y financiero, permitiendo que sean los expertos en jardinería, apoyados por el director ejecutivo, quienes decidan el diseño de los jardines, su mantenimiento y cuidado. Este hecho ahorra tiempo, facilita el trabajo de los siete jardineros y el resultado final se traduce en eficacia y reducción de presupuesto.

En la introducción nos relatan los orígenes del jardín, haciendo un recorrido a lo largo de su historia. Pero lo más llamativo de esa introducción es la forma que tienen de definir su objetivo. Sólo quieren ser un jardín, un lugar donde habite la belleza, el placer y el aislamiento.  No alquilan espacios para eventos, no celebran bodas, tan solo quieren ser eso, un jardín. Esa “dedicación plena” tiene su recompensa, obviamente.

Solo quieren ser un jardín, un lugar donde habite la belleza, el placer y el aislamiento

En el libro nos descubren que Chaticleer Garden es visto por sus jardineros como un “parque de diversiones”. Esa definición que algunos podrían interpretar como un concepto algo frívolo, en realidad esconde una idea lúdica pero muy sensata.  Los jardineros de Chaticleer Garden quieren hacer todo lo posible para asegurarse que el jardín se convierte en un lugar hermoso, visualmente atractivo, que despierte el interés en visitarlo. Pero, además, pretenden que sea informativo, con el fin de poner en valor un jardín que en su día fue privado, pero ahora se ha convertido en un jardín histórico, propiedad del estado, con un interés extraordinario.

La estructura del libro se divide en 2 grandes apartados (Diseño de Jardín y Plantas) además de la introducción; y dentro de cada apartado, las diferentes materias que se abordan están firmadas por el correspondiente jardinero que trabaja en esa área del jardín o que es especialista en el tema en cuestión.

DISEÑO DE JARDIN

En este apartado se habla, a lo largo de 33 páginas, de cuestiones como la forma de aprovechar las oportunidades que ofrecen determinados microclimas. También se mencionan las formas de integrar estructuras en el jardín o cómo lograr un diseño contemporáneo dentro de un espacio histórico.

Llama la atención el uso de temas que se repiten para encadenar diferentes espacios, tales como círculos dibujados en praderas; senderos que separan, pero también unen sectores; losas con dibujos comunes que suavizan las transiciones, senderos pintados de colores, setos serpenteantes que permiten apreciar lo que hay al otro lado, etc.

No falta la mención a las posibilidades de gramíneas ornamentales alineadas como elemento unificador. También se dedica un buen apartado al cultivo en contenedores y todas las posibilidades que ofrecen, muchas y muy atractivas en este jardín. No se olvidan de la artesanía, tan presente en Chanticleer.

PLANTAS

De las plantas se habla y mucho. De sus usos en función de estructuray color. De las ya conocidas y bien establecidas, y de las novedades que se han ido introduciendo. En ocasiones son detalles sencillos pero muy prácticos, como dar prioridad al follaje frente a la flor. No en vano, el follaje acompaña al jardín durante todo el desarrollo de las plantas, o los árboles de hoja perenne servirán de cobijo todo el año.  Para lograr romper la monotonía del verde, nada como elegir especies variedades o aquellas cuyas hojas aportan color al jardín, como es el caso de las heucheras, heucherelas y tiarelas que mostraba hace unos días. Al color, tenemos que unir el efecto de textura que pueden aportar.

También nos hablan de los bulbos de flor, pero no se quedan en los narcisos y otras especies populares, sino que se decantan por bulbos muy especiales, como Camassia, con flores de color azul en primavera, cuyos bulbos plantan generosamente en Chanticleer. Y, como suele decirse, así sucesivamente, porque el libro está lleno de propuestas y descripciones de numerosas especies vegetales y sus correspondientes cultivares, un gran repertorio hasta llenar 111 páginas.

Su lectura es un largo recorrido por el jardín, de la mano de las personas que lo dibujan, lo crean, lo cuidan y lo embellecen desde hace ya mucho tiempo. Un agradable caminata por Chanticleer Garden y un libro realmente didáctico.

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