Parece increíble, pero es una realidad. Un jardín urbano de unos 1.000 metros cuadrados que por arte y magia de su propietario, diseñador de jardines, se ha convertido en un exuberante oasis, pensado para soñar en él y que hace imposible pensar que te encuentras en medio de la ciudad.

El jardín urbano de Harry Pierik

A veces es difícil trasladarse, pero siempre es posible sentir y hoy vamos a construir un sueño. El propietario de este jardín, Harry Pierik, nos invita a entrar en su casa -solo dos llaves, solo dos puertas – y atravesar su jardín urbano escondido, como un gran tesoro botánico. Para acompañar sus palabas tenemos el reportaje fotográfico que realizó, a finales de agosto de 2015, la fotógrafa y diseñadora de jardines, Rosanna Castrini (una gran ola para ella, por favor) y, además, tenemos las fotos que me ha facilitado su propietario, también diseñador de jardines, Harry Pierik, que sirven para ilustrar sus comentarios.

El jardín se encuentra en la ciudad de Zwolle, un municipio del este de los Países Bajos, capital de la provincia de Overijssel, a orillas del río IJssel. Allí nos espera un espacio abierto al bosque y no el clásico jardín propio de una ciudad. La idea es que, una vez que estás dentro, tengas la sensación de estar fuera, mucho más, incluso, que si estuvieras caminando por las calles de esa ciudad.


Cuando nos situamos dentro de ese jardín (fuera, muy fuera) vamos a encontrar plantas que nos envuelven, creando una atmósfera que hace pensar que paseamos por un valle lleno de helechos y plantas tropicales.

En 1984 gran parte de ese jardín era un campo lleno de baches, grama, cola de caballo y… acompañando todo eso, viejos hierros, trozos de vidrio y plástico. Una vez retirado todo, comenzó a soñar y diseñar su pequeño paraíso.

En los bordes se plantaron árboles, especialmente saúcos. Mantuvo todos los árboles frutales existentes, que sirvieron de base para el futuro diseño. A partir de ahí, un jardín pensado para ofrecer algo interesante a lo largo del año, desde floración hasta la mágica escarcha sobre las hojas. Efectos que hacen pensar que, a medida que paseas por el jardín, todo va cambiando a tu alrededor. Varios apartados divididos por estrechos senderos excavados forman líneas sinuosas que fluyen bajo los árboles frutales. De un fondo oscuro emergen flores silvestres. Hortensias, en lo que simula ser una colina, para pasar después a una zona hundida. Ahí, en el punto más bajo del jardín, como culminación, se encuentra la mejor vista: las flores, que aparecen a la altura de los ojos y de la nariz. 

En verano, ortigas y rosales ‘Kew Rambler’ forman una cortina de rosas en los bordes del jardín.


Estamos en la ciudad, eso dice Harry Pierik, y tendremos que creerle ¿no os parece? Pues entonces, ya que nos invita, sería una gran idea “salir” a pasear un rato por su casa. Ahora, solo tenemos que imaginar que estamos a finales de agosto. Del resto, se ocupa Rosanna Castrini. Vamos.


Tweet

Pin It on Pinterest