flora silvestre plantas invasoras

Flora espontánea: mi experiencia

 

Mutación de flor doble de Oxalis pes-caprae 
 
Lo que es bueno para mí, tal vez es malo para ti. Pero de aquello que tiene un precio cerrado, es de necios discutir su valor. 


Hay personas que solo quieren «saber» para presumir, pero no «aprender» para comprender. Personas que no saben lo que es una esparraguera silvestre (no ornamental), Asparagus acutifolius, pero se permiten el lujo de referirse a ella como «mala hierba», una y otra vez. Personas que chupan la sangre a otras personas, con la misma frialdad que arrancan las malvas de su jardín. 

 

 
 
 
Flora arvense, adventicia o «mala hierba» 

El término más utilizado en España es el de «mala hierba», mientras que en hispanoamérica es maleza. En francés se suele utilizar el término mauvaise herbe o adventicie, en italiano malherbe, y en inglés el término weed.
 
De la mal llamada «mala hierba» sé latín, griego, y chino, si se tercia. Aprendí a reconocerla y a arrancarla. A descubrir si son autóctonas o alóctonas, si son pioneras o no, para poder dirigirme a ellas (…) en su idioma. He sido viverista muchos años y sé lo que es dedicar un día entero (o varios seguidos) exclusivamente a una tarea: arrancar de raíz oxalis, jaramago y un sinfín de esa flora que denominamos arvense o adventicia porque ha tenido la mala fortuna de brotar en el lugar equivocado, en donde no son deseadas ni bien recibidas. Y de nada sirve comprar el sustrato con su correspondiente certificado. A la vegetación no se la puede someter tan fácilmente como algunas personas quisieran.

Diplotaxis erucoides

 

“Mala hierba” nunca muere


Hilera tras hilera, arrancando hierba, metiendo los dedos en la tierra; a veces rascando entre la grava, con la ayuda de la flecha de un gotero roto; o quitando la maceta para poder arrancar la hierba más fácilmente de raíz; y siempre cerrando la mano rápidamente y depositando la hierba en un cubo, para evitar que se escaparan las semillas y cayeran de nuevo sobre la turba de las macetas o entre las piedras del suelo de grava. 

Cuando llevas casi ocho horas realizando esa única tarea, resulta desolador comprender que es una batalla inútil. Pero se frenaba su invasión temporalmente, y durante la ausencia de la «mala hierba», las plantas podían nutrirse adecuadamente y desarrollarse a sus anchas, y, además, quedaban a salvo de posibles contagios. 

 
 
Oxalis cornitculata

 

 
Sí, he dedicado muchas horas a arrancar «mala hierba», como lo ha hecho mi marido y las personas que trabajaban con nosotros en el vivero. Casi 18 años, se dice pronto ¿verdad?. Supongo que esa actividad incesante, lejos de enemistarme con la flora arvense, hizo despertar mi curiosidad, al ver de qué manera se aferraban a la vida, cómo buscaban la manera de sobrevivir, a pesar de nuestra oposición. Eran hierbas persistentes, sí, y perjudiciales, también, porque hablamos de un lugar donde se producían plantas a gran escala, y de su buen o mal resultado dependía el sustento de varias familias.

 
Diplotaxis erucoides
 
Flora silvestre
 
Lo curioso es que cuando salía de los invernaderos, estando aún en terrenos del vivero, me encantaba hacer fotos a las plantas que crecían allí, que automáticamente volvían a ser consideradas flora silvestre. Mi marido se reía y me comentaba, date prisa, porque la semana que viene pasamos la desbrozadora … Y es que era necesario hacerlo también fuera: podían ser portadoras de plagas y, además, debíamos evitar que las semillas volvieran a caer en el lugar equivocado y convertirse, por «arte de magia», en flora arvense, es decir, «mala hierba». 
 
La tierra se tuvo que remover en su día para allanar el terreno y poder construir los invernaderos. Obviamente, con el tiempo iban apareciendo especies que brotaban de forma espontánea, herbaceas, semiarbustos, arbustos; que no resultaban perjudiciales en absoluto para nuestro cultivo y, por lo tanto, eran respetadas. Allí hemos visto nacer y crecer esparragueras silvestres -Asparagus acutifolius-; lentisco, romero, tomillo, higueras, adelfas y otras muchas especies que fueron muy bienvenidas al vivero, incluida las verdolaga (Portulaca oleracea), tan detestada por algunos agricultores, pero que en nuestro caso, al crecer siempre en la parte exterior de los invernaderos, no resultaba en absoluto una planta molesta.


Portulaca oleracea

 

 
Cómo definimos la flora arvense o “mala hierba”

Todos creemos reconocer lo que es una «mala hierba», sin embargo no resulta tan fácil encontrar una definición en la que estén de acuerdo la gran mayoría de los científicos. A modo de ejemplo tenemos la de la Sociedad Española de Malherbología:
 

«Planta que crece siempre o de forma predominante en situaciones marcadamente alteradas por el hombre y que resulta no deseable por él en un lugar y momento determinado».

 

Un dato interesante: actualmente hay clasificadas más de 350.000 especies de plantas en el mundo, de las cuales aproximadamente unas 3.000 son o han sido cultivadas por el hombre. Se estima en unas 8.000 las especies de plantas que en alguna ocasión han sido consideradas como «no deseables», pero el número de especies que tiene fama de ser «malas hierbas» especialmente nocivas a nivel mundial apenas supera las 200. 

 
Oxalis pes-caprae y Diplotaxis erucoides
Flora arvense vs flora espontánea
 
En mi modesta opinión, solo definiría como flora arvense o «mala hierba», aquella que perjudica el buen desarrollo de los cultivos en las explotaciones agrícolas, independientemente de que se trate de flora autóctona o alóctona. En ese sentido, cada clase de explotación tiene identificadas lo que considera flora arvense o «mala hierba» y suele estar recogida en los correspondientes organismos que regulan su control. 

Por supuesto, también es lógico hablar de flora arvense, cuando nos referimos a especies que colonizan espacios naturales protegidos, alterando y amenazando el ecosistema. 

Pero si hablamos de jardines, considero mucho más adecuado referirse a esa flora como flora espontánea

 
Veronica pulita

 

En el jardín, mejor llamarlas “flora espontanea”

 

Si hablamos de la jardinería, por favor, no seamos pedantes. No llamemos flora arvense o «mala hierba» a las plantas que brotan y crecen de forma espontánea en nuestro jardín. Yo tendría, entonces, que llamar mala hierba a la tomatera que ha crecido en su día en la maceta de un flamante hibiscus. 

Además, deberíamos plantearnos, primero, si esa planta está ahí porque le corresponde; si puede ser útil, por ejemplo, para favorecer la biodiversidad dentro de nuestro jardín.  En definitiva, molestarnos en investigar primero, quién sabe, tal vez se trate de una especie protegida.  

Si, finalmente, decidimos deshacernos de esa planta, porque la consideramos «no deseada» en el jardín, vamos, al menos, a referirnos a ella como flora espontánea. Con ese gesto, demostraremos un poco más de sensibilidad hacia el medio ambiente y estaremos más preparados para el futuro que nos depara, donde la • jardinería sostenible • abre los brazos de par en par al estudio de esas “malas hierbas”, que casi siempre, acaban convirtiéndose en perfectas aliadas del jardín. Solo hay que «perderles el miedo», conocerlas, averiguar quiénes son y, con ello, saber si realmente merece la pena echarlas de casa.

 

 
Calendula arvensis
Osteospermum ecklonis
Taraxacum offininalis
Papaver sp
 
Oxalis pes-caprae
Oxalis pes-caprae
Oxalis pes-caprae
 

 

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