A una de las pasifloras (Passiflora adulterina) de la colección Mutis le crecieron ojos, labios y dedos; una flor de dalia se convierte en un unicornio, y una bella rosa tiene mariposas en lugar de hojas. Las series florales de Dalí combinan la flora con los motivos característicos del artista y, con ello, perturban nuestra percepción de la realidad. Son «híbridos surrealistas» descritos por el artista, que no mejoran las cualidades de la especie (…), pero sí garantizan buenas dosis de creatividad y una fuerte carga onírica.
Salvador Dalí (1904-1989), ícono del surrealismo, el movimiento de vanguardia del siglo XX que buscaba liberar el potencial creativo inconsciente a través del arte que presentaba imágenes oníricas, creó al final de su carrera dos suites florales: Flordali (1968 y 1969) y Flores Surrealistas (1972).
Combinando la flora con los motivos característicos del artista, esas dos series de grabados subrayan el continuo enamoramiento de Dalí con su paisaje natal de Cataluña y las intrigantes imágenes de sus obras surrealistas. Son flores que perturban lo que creemos saber sobre la realidad, al yuxtaponer elementos aparentemente incongruentes.
Serie Flordali (Flora Dalinae)
En la década de 1960, Dalí comenzó a incorporar elementos de collage como grabados botánicos y de mariposas en sus obras en papel, y con el tiempo sus nuevos trabajos en papel fueron convertidos en impresiones litográficas por artesanos.
Para sus suites florales, el artista a veces trabajaba sobre arte existente. En el caso Flordali (Flora Dalinae) –serie compuesta por 10 litografías con grabados originales realizadas en 1968, y otras 12 en 1969– los grabados fueron transformaciones realizadas en acuarela por Salvador Dalí sobre ejemplos de grabados botánicos originales de los siglos XVIII y XIX, entre ellos algunos de Basilius Besler, Ehret y Redouté.
En esos grabados se altera la formalidad con imágenes intrigantes y confusas. Eran obras en las que las flores subvierten la tradición formal de la ilustración botánica de Europa occidental, y en muchos casos se presentan identificadas con nombres pseudo latinos, que nos transporta del mundo real y científico al onírico y creativo.
En la exposición ‘Mutis. Un patrimonio compartido’ organizada por el Real Jardín Botánico en 2021, se mostraba, por ejemplo, la comparación entre el dibujo original de la Passiflora adulterina de Nicolás Cortés Alcocer (dibujante de la Expedición de Mutis) con la interpretación de Dalí, titulada Pisum sensuale, un imagen onírica donde los capullos y flores de esa pasiflora soñada por Dalí contienen ojos, labios y dedos, y que podría interpretarse como una oda a los sentidos de la vista, el gusto y el tacto.
Un corazón grande y sangrante en el centro de una supuesta begonia parece sostener las hojas, flores y capullos de la planta. Las flores de crisantemo se convierten en un plato de desayuno con huevos y salchichas, y los pétalos de las flores en huevos fritos. Hay una versión de la dalia (imagen de la portada) que es un verdadero derroche de creatividad, donde una flor y un capullo se transforman en una bestia animada.
La versión de Dalí del lirio o azucena, símbolo de pureza durante mucho tiempo, las notas musicales brotan de los capullos de los discos del fonógrafo, dando a entender que la música también goza de esa cualidad.
Otra de las pasifloras de sus grabados se convierte en un verdadero carnaval, donde no faltan acróbatas y una corrida de toros. Y, con la combinación de rosas y mariposas (imagen de portada), Dalí rinde homenaje a dos de los pintores de flores franceses más famosos: Pierre-Joseph Redouté (1759-1840) y Georg Dionysus Ehret (1708-1780).
Son, en definitiva, divertidos grabados surrealistas que no acercan a una versión soñadora de la naturaleza y sus fascinantes criaturas, como el girasol de rostro sonriente y ocho hojas, que son brazos (también con rostros), al que Dalí ha dotado de movimiento gracias a los tentáculos que tiene en la base.
Imágenes e información: Salvador Dalí Museum
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