Son un tesoro, pero en la
mayoría de los casos no se tienen en cuenta. Las hojas que caen cada otoño de árboles caducifolios o deciduos son un recurso natural valiosísimo que no
siempre manejamos bien.
La importancia
del terreno
Como suele suceder, es inevitable
hacer referencia al cambio climático, en realidad, muchos especialistas
prefieren llamarlo calentamiento global, para señalar implícitamente la
intervención humana como causa principal de los desajustes en los ciclos
climáticos naturales de la Tierra.
Una de las causas del cambio climático es la degradación del terreno y el traslado de todo ese carbono a la atmosfera
en forma de CO2. El terreno, un tema
directamente relacionado con las alfombras de hojas de otoño que estos días
van poblando los senderos, y que hoy me gustaría comentar.
En otoño, cuando las horas de
luz disminuyen y la emisión del sol es menos intensa, los suelos llegan a
helarse y con ello se dificulta la llegada de nutrientes. Con la ayuda del
viento y la lluvia, las hojas terminan poblando los suelos, pero no siempre son
bien recibidas o adecuadamente utilizadas.
La importancia
de las hojas de otoño
Hace un par de años mostraba
los senderos de otoño en el Real Jardín Botánico, donde cada año las hojas alfombran los caminos,
creando un colorido contraste con la estructura de los árboles desnudos. Una
estampa maravillosa que, además, favorece
el suelo. Porque no se trata solo de disfrutar del variado colorido de las
hojas de otoño, sino también de enriquecer el suelo con sus nutrientes. Ver: Senderos de otoño en el Real Jardín Botánico de Madrid.
Las hojas caídas son un recurso natural rico en materia orgánica, en minerales
extraídos del subsuelo por las raíces de los árboles, y en microorganismos que en su proceso de
descomposición contribuyen a enriquecer el suelo.
Cada día nos alertan en las
noticias de la alarmante desertificación
de los suelos y de la escasez de agua, pero parece que nada podemos hacer
para remediarlo. Esto no es así. Los terrenos se erosionan y desertifican por
la acción del hombre, y a nosotros nos corresponde buscar la manera de revertir
ese proceso.
Las sequías e inundaciones
están ligadas en buena parte a la pérdida
de vegetación y deterioro del suelo. Y es que una tierra rica en nutrientes y cubierta por vegetación es capaz de retener
grandes cantidades de agua de lluvia, y hacer recargar los acuíferos.
¿Qué hacer con
las hojas caídas en el suelo?
Si las hojas han caído sobre
el pavimento de zonas urbanas,
corresponde a la administración local retirarlas para, después, trasladarlas a
otra zona donde puedan continuar su proceso natural de descomposición,
regenerando el terreno. Si eso no es posible, otra opción es trasladarlas a una
planta de compostaje para ser incorporadas
a un proceso natural de descomposición. Allí, se transformará la materia
orgánica en compost, que podrá utilizarse posteriormente en jardinería para mejorar
el suelo.
Pero si las hojas caen sobre
la tierra no hay disculpa, deberían quedarse ahí donde han caído, porque tienen
una importante misión que cumplir: además de convertirse en refugio para la fauna silvestre, ayuda a regenerar el suelo y a retener el agua de la
lluvia, contribuyendo con ello a recargar los acuíferos. Tal y como está el panorama,
no es poca cosa ¿no os parece?